domingo, 20 de diciembre de 2009

Avatar. Impresionante.

Una nueva era ha comenzado y Avatar es, y será, un referente en el nuevo diseño conceptual del cine. La película es absorbente y te engancha desde el inicio y no te suelta hasta el final (dura 2 horas y 40 minutos). La creación de mundos, personajes y todo tipo de elementos es sencillamente increíble y lo mas importante, creíble. Si, si, creíble. Todo lo que ves, es real, las plantas, los árboles, los cielos, los objetos y sobre todo los Na’Vi (habitantes del planeta). Tienen emociones, sentimientos y te involucras en su mundo rápidamente y desde el primer momento los concibes reales; su integración en Pandora (su mundo) es espectacular, los árboles, las plantas, las rocas, los animales…, todo está conectado con un gusto exquisito y la profundidad de sus paisajes asusta por su belleza y realismo.
Las imágenes reales están integradas en los efectos digitales con una delicadeza y gusto que te queda perplejo, cuando ves a un actor con una Na’Vi y los comparas y aprecias como una manaza enorme se apoya tiernamente en la cara dolorida del humano y se establece una conexión entre ellos estás viendo a dos personajes reales, en ningún momento piensas que no lo sean. La integración entre lo real y lo digital es, simplemente, perfecta.

Su acción y movimiento es impresionante, sus escenas aéreas y de grandes batallas son impactantes y llenas de un realismo y veracidad que te deja perplejo. Seguramente, sus mayores críticas vendrán por aquellos tan puristas que opinarán que se parece a tal o cual película, pero su historia está bien construida y enlazada y en ningún momento decae.

Avatar es un canto a la naturaleza, un espectáculo abrumador y un disfrute para los sentidos, donde sensaciones y emociones se entrelazan con la perfecta recreación de un mundo llamado Pandora en el que todo, absolutamente todo, está vivo.

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